Rito de paso by Alexei Panshin

Rito de paso by Alexei Panshin

autor:Alexei Panshin [Panshin, Alexei]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción
editor: ePubLibre
publicado: 1968-01-01T00:00:00+00:00


11

En otoño, cuando el primer curso se sometió a la Prueba y otro grupo de niños inició el entrenamiento, nos ascendieron automáticamente de la clase sexta a la quinta. Durante ese otoño, mientras nos aproximábamos al final de nuestros primeros seis meses de entrenamiento, uno tras otro cumplimos trece años. No sólo yo era la más menuda de la clase —aunque no me importaba, pues nunca me perjudicó ser la pequeña y morena Mia Havero—, sino que mi cumpleaños era el último. Llegó, como siempre, el sábado 29 de noviembre. Una de las ventajas de un calendario inamovible es que te permite contar con ciertas cosas.

En mi cumpleaños, mi madre hizo un viaje especial para vernos… Bien, pasó el día con papá. Me regaló una de sus esculturas y yo se lo agradecí cortésmente. Por algún motivo no le gustó mi agradecimiento (os aseguro que fui amable) y se fue de la habitación.

Papá, que no siempre está tan distraído ni atareado como podéis creer, había hecho algo que nunca me habría imaginado. Había llamado a la biblioteca, que investigó todas sus grabaciones y le envió una buena copia de cinco discos de flauta irlandesa. Una vez, créase o no, pasé por una etapa en que creía que los libros de Andrew Johnson eran míos y que nadie más los conocía, y me sorprendió enterarme de que no era así. Los discos que me dio papá no me produjeron esa impresión de perder algo íntimo, pero jamás se me habría ocurrido que alguien hubiera grabado música de flauta irlandesa. Se lo agradecí a papá y le besé la mejilla. No había podido ser demostrativa cuando era más pequeña, pero desde que nos habíamos mudado al sector Geo me resultaba más fácil, como muchas cosas.

La mayor sorpresa de mi cumpleaños fue Jimmy D. Me invitó a ir al teatro. Creo que estaba un poco asustado cuando me lo pidió, y eso me asombró. Siempre había pensado que me veía como un camarada de armas, no como una chica.

La obra se representaba en el anfiteatro donde se celebran las asambleas y fuimos allí en vez de mirarla por vídeo. Era la Escuela del escándalo de Richard B. Sheridan y, salvo porque me sudaban las palmas, algo que nunca sucedía en casa y que sólo puedo atribuir a mi emoción, la disfruté muchísimo.

Estuve emocionada toda la noche. Cuando llegamos a casa, Jimmy me tomó la mano y me tocó la palma con el dedo.

—Tienes la mano sudada —dijo.

Lo miré y asentí.

—También yo —dijo, y me mostró la mano, y era cierto.

Entonces Jimmy me besó. A pesar de lo que dicen, me sorprendió un poco. No sabía que quería besarme, aunque esperaba que lo hiciera. Eso demuestra que puedes despertar pasiones secretas. Era la primera vez que alguien me besaba así y mi corazón se aceleró y mis manos sudaron aún más. Aunque he olvidado otras cosas, recuerdo ese cumpleaños.

Era como si Jimmy y yo hubiéramos celebrado un pacto, porque desde entonces tuvimos un entendimiento tácito.



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